Ahora que la cosa está bastante tranquila después de Navidad llevo unos días dedicándome a estudiar inglés jurídico, poner al día mi lista de ingresos y gastos, establecer objetivos para este año y organizar algunas carpetas en el ordenador, que buena falta hacía.

Yo siempre he sido de guardarlo todo. Si no, que le pregunten a mi madre, que cada vez que vuelvo a España me dice: «a ver si cuando tengas tiempo abres el armario y tiras lo que no quieras, que está hasta arriba de cosas». Y abro el armario, sí, y veo joyas como mi maquinita del Tetris, mi Walkman, mis láminas de Educación Plástica, la botellita de vodka Viru Valge que traje de mi Erasmus en Tallin… Me invade la nostalgia y lo vuelvo a cerrar. ¿Cómo voy a tirar esas cosas? Y cada vez que vuelvo la misma historia.

Algo parecido me pasa con el ordenador. Tengo carpetas con música que hoy me avergonzaría de escuchar, pero no las borro. Y luego está la carpeta de los currículos. Cambio los currículos cada dos por tres, quitando o poniendo esto o aquello según a quién lo envíe. Y en esa carpeta ayer encontré una joya que comparto a continuación: una plantilla de correo electrónico que utilicé durante los dos primeros meses como traductora autónoma para bombardear contactar a 176 agencias de traducción en España. Lo típico que hace un recién licenciado sin tener idea de cómo enfrentarse al mercado laboral.

carta

Y esperaba que alguien me respondiera. A esto. De las 176 agencias a las que contacté solamente tres me respondieron (una de ellas después de casi tres años) y no llegué a trabajar con ninguna. Por lo tanto, puedo afirmar que este es un buen ejemplo de cómo no escribir a una agencia de traducción por correo electrónico.

Analicemos detenidamente el texto párrafo por párrafo:

Encabezado. Es tan impersonal que cualquiera lo borraría nada más abrirlo. Yo misma lo hago cuando recibo uno de esos correos que comienzan con «Estimado traductor». Huele a correo masivo a leguas. A la papelera.

Lo ideal sería encontrar el email de la persona a la que quieres dirigirte, aunque no siempre es posible. En la página web de muchas agencias aparecen correos electrónicos del tipo [email protected] o un formulario de contacto. Si no puedes enviar un correo personalizado y dirigido a alguien en concreto hay otras alternativas. Por ejemplo, si a través de LinkedIn has descubierto el nombre de la persona que buscas, puedes enviar el currículo, la carta de presentación, ejemplos de trabajos realizados y tarifas por correo postal. Sería conveniente llamar por teléfono unos días después para comprobar que los ha leído y ver si hay interés en colaborar contigo.

Párrafo 1. No solo no me dirijo a nadie en concreto en mi correo, sino que, además, ni siquiera me presento. Tampoco digo exactamente por qué contacto con esta agencia en concreto y, para colmo, en ningún momento digo que soy traductora. ¿Se puede empezar peor?

Párrafo 2. Aquí hay varios puntos que comentar:

  1. Se puede decir lo mismo en dos líneas menos.
  2. No digo la experiencia que tengo exactamente. En aquel momento mi experiencia total en traducción no superaba un año, pero podría haber mencionado proyectos concretos, el hecho de haber trabajado en plantilla durante tres meses y haber realizado unas prácticas de seis meses, por ejemplo.
  3. Traducción jurídico-económica, comercial, videojuegos, artículos médicos, textos literarios, interpretación, traducción jurada… Quería traducir, lo que fuera. Y mencionaba todos los tipos de traducciones que había realizado hasta el momento (aunque fueran puntuales, como hacer interpretación consecutiva en un seminario). La traducción jurada, que es mi principal campo de trabajo y, quizá lo más relevante del párrafo, lo dejo para el final del párrafo. Mal.

Párrafo 3. Es paja y sobra. Todo lo que menciono son cosas que un traductor profesional debe tener. Los clientes dan por hecho que eres responsable y cumples las fechas de entrega. ¡Faltaría más!

Párrafo 4. De la última oración de este párrafo se percibe que no adjunto el currículo en el correo. Dado que en el cuerpo del email ni me he presentado, ni he destacado el principal campo de trabajo y tampoco he mencionado la experiencia exacta, creo que debería haberlo adjuntado. No hago mención alguna a mis tarifas.

Párrafo 5. La primera oración suena demasiado formal. No menciono cómo pueden ponerse en contacto conmigo (email, teléfono, Skype).

Podría avergonzarme del texto, pero en realidad me alegro de haberlo escrito. No haber recibido casi ninguna respuesta hizo replantearme la forma en la que hacía las cosas y ver cómo podía mejorar.

Cuando algo no funciona, en lugar de venirse abajo y pensar que uno es el peor traductor del mundo (lo que puede pasar sobre todo al principio), lo que hay que hacer es ver lo que se ha hecho mal. Debemos analizar por qué no funciona y cambiar nuestra estrategia. Dicen que de los errores se aprende y no podría estar más de acuerdo.

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Irene Corchado Resmella es traductora independiente en Edimburgo. Además de Chartered Linguist y miembro del CIOL, es traductora jurada inglés<>español nombrada por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Como traductora jurídica, se especializa en derecho de sucesiones de Inglaterra y Gales, España y Escocia. También es miembro afiliado de STEP. ICR Translations está registrado con ICO y cuenta con seguro de responsabilidad civil.

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