De vez en cuando me llegan correos de clientes preguntando si les puedo sellar una traducción para «hacerla jurada» pensando, quizá, en que enviar una traducción agilizará (y abaratará) el proceso. Mi respuesta habitual es que, sintiéndolo mucho, no ofrezco servicios de certificación de traducciones para terceros.

¿Por qué? Por tres razones:

1. Nunca es un proyecto de «sellar la traducción» y ya

Según mi experiencia, cuando alguien solicita que le selles una traducción, el proyecto nunca consiste en sellar la traducción y punto.

El proyecto consiste en

  • hacer una revisión bilingüe, comparando la traducción con el original;
  • corregir; y
  • certificar.

La revisión conlleva leer la traducción, comparar toda una serie de elementos (como la terminología jurídica, las cifras o los datos personales) con los que aparecen en el documento original y corregir los posibles errores. Normalmente hago la revisión en varias fases, para así dedicar cada fase a revisar y corregir cosas concretas, como la gramática, el estilo o los errores de traducción.

Después de revisar toca hacer la corrección ortotipográfica, que es una revisión monolingüe enfocada a corregir errores de puntuación y fallos de ortografía para dejar la traducción lista.

Por último se añade la certificación, la firma y el sello.

En resumen: no es cuestión de simplemente sellar una traducción, sino un proceso de tres fases.

2. Suele haber problemas de calidad

El traductor jurado es quien certifica la traducción y, por lo tanto, el responsable de la misma. Simplemente sellar traducciones ajenas es fiarte de una traducción no profesional y responsabilizarte de los errores de otro. Demasiado riesgo.

Saber idiomas no basta para traducir bien. Hay que saber cómo enfrentarse a las trampas y dificultades habituales (como la falta de equivalencia de conceptos, los falsos amigos y los términos polisémicos), además de saber qué hacer con los nombres de las instituciones y las leyes, los títulos, las firmas, las certificaciones, los sellos, etc.

Según mi experiencia, la mayoría de las traducciones que recibo «solo para sellar» no son lo suficientemente buenas como para plantearme sellarlas tras echarles un vistazo.

3. No sale rentable

Dado que las traducciones que recibo no suelen ser de calidad y el proceso de tres fases arriba mencionado (revisión bilingüe + corrección + certificación) requiere bastante tiempo, estos proyectos de «sellar la traducción» no suelen salirme rentables. Muchas veces se tarda más tiempo en revisar una traducción que en traducir el texto original; de ahí que «sellar la traducción» pueda llegar a costar más que encargar la traducción jurada.

Por supuesto, cada traductor establece sus propias reglas y excepciones. En mi caso, no ofrezco certificar traducciones ajenas por los motivos de arriba y, además, soy de la opinión de que ofrecer este servicio de certificación, con o sin revisión, le hace un flaco favor a la profesión y contribuye a que el público general vea la actividad del traductor jurado como la de poner sellos.

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Irene Corchado Resmella, traductora independiente en Edimburgo. Además de Chartered Linguist y miembro del CIOL, soy traductora jurada inglés<>español nombrada por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Como traductora jurídica, me especializo en derecho de sucesiones de Inglaterra y Gales, España y Escocia. También soy miembro afiliado de STEP. ICR Translations está registrado con ICO y cuenta con seguro de responsabilidad civil.

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